Análisis The Witcher III: Wild Hunt PS4

The Witcher III: Wild Hunt se lanzó la pasada semana convirtiéndose en el epicentro de la vida de todo gamer. Hemos pasado los últimos meses analizando de forma exhaustiva (casi enfermiza) cada tráiler, cada minúsculo detalle, cada pieza del engranaje que compone su maquinaria. Ya llegará el momento de decidir si ha cumplido todas sus expectativas pero CD Projekt se ha ganado a pulso el cariño de sus seguidores. Se nos ocurren pocas compañías que puedan resistir tantos reveses de forma tan elegante. Y para muestra podéis volver a leer el tan recurrente debate sobre el downgrade gráfico que leímos hace unos días.

Una de las mayores virtudes de The Witcher III: Wild Hunt es que recupera aquellas sensaciones que creíamos perdidas. La aventura de Geralt consigue aislarte en su gigantesco mundo. Pasas la mayor parte del día cumpliendo con tus obligaciones sociales pero de reojo estás pensando en las ganas que tienes de cumplir esa misión secundaria tan absorbente o de encontrar el material necesario para construir el diagrama de una espada con la que matar a una criatura que lleva días dándonos problemas. The Witcher III tiene un poco de Red Dead Redemption. Cabalgar con Sardinilla por los preciosos parajes del juego mientras tiene lugar una puesta de sol es algo difícil de olvidar. Siempre apetece tomarse un momento de postureo girando la cámara para buscar ese plano perfecto con el que nuestro director de cine interior sonríe satisfecho.

Probablemente si analizásemos las características de The Witcher por separado acabaríamos siendo un poco injustos. El juego de CD Projekt RED forma parte de un todo que se sustenta sobre un núcleo central: la trama del juego. Como ya sabéis la historia de The Witcher tiene lugar en el mundo creado por las novelas de Andrzej Sapkowski. Posteriormente se lanzaron dos juegos que ampliaban la historia de Géralt y ahora ha llegado el momento de escribir con letras de oro un final digno. Quizás el mayor logro es que no hace falta haber jugado a los anteriores juegos para disfrutarlo. Nuestro principal cometido es encontrar a Ciri, una chica que está siendo perseguida por la Cacería Salvaje por ser la portadora de la vieja sangre. Sentimos un gran apego por ella, ya que pasamos muchos años entrenándola para convertirse en bruja. Si tenéis interés por su pasado las novelas nos explican su historia con todo lujo de detalles.

La historia principal consigue engancharnos desde el primer minuto pero donde más disfrutaremos de The Witcher III es en sus misiones secundarias. Irónicamente estas misiones suelen ser el principal defecto de los juegos del género donde casi todas acaban resolviéndose con la clásica fórmula de "lleva este objeto de el punto A al punto B", convirtiendo a nuestro protagonista en un cartero con la misma personalidad que la de una caja de cartón. En The Witcher III todas las misiones secundarias son divertidas, esconden momentos graciosos, épicos y son terriblemente humanas. Es de agradecer que algunas de ellas tengan un espíritu detectivesco en el que tendremos que utilizar nuestro sentido especial para seguir pistas y resolver misterios. Algunas de estas pantallas de exploración también se resuelven utilizando las mismas señales mágicas que encauzamos en los combates del juego.

La primera zona del juego sirve como un tutorial para familiarizarnos con este sistema de juego. Nuestro objetivo será encontrar a Yennefer y para ello tendremos que derrotar a un Grifo que está causando el caos por la región. Lo normal es completar todas las misiones antes de ir a por el objetivo principal, y eso nos llevará unas cuantas horas. Una vez salimos de Huerto Blanco nos abrumamos al ver el tamaño de las otras zonas del juego como Velen: Tierra de Nadie o las Islas de Skellige. No hay nada como abrir el mapa para buscar secundarias, ir haciendo zoom out y darse cuenta de la magnitud del mapa. Es de esos momentos agobiantes que se recuerdan durante mucho tiempo. Por si fuera poco con todo este abanico de opciones no podemos olvidarnos del Gwynt, un juego de cartas en el que si queremos pasaremos horas buscando rivales e intentado conseguir preciadas cartas.

El sistema de combate de The Witcher III es una piedra en el zapato, una mancha que no empaña la parte de un todo. Ese píxel muerto que acabas mirando inevitablemente y te distrae. Los controles son bastante toscos y los enemigos tienen algunas rutinas demasiado previsibles. Géralt tiene dos tipos de ataque, dos tipos de evasión y el clásico botón de contraataque. Las situaciones más estratégicas las viviremos desde el menú de magia, donde podremos escoger entre cinco señales (Aard, Axia, Igni, Quen y Yrden). Cada una de ellas tiene un efecto directo sobre un determinado tipo de enemigos y será obligatorio dominarlas todas si no queremos pasarlas canutas. Por otro lado seguimos teniendo el original sistema de dos tipos de espadas. La de acero estará reservada para los combates contra humanos, mientras que con la espada de plata derrotaremos a los monstruos que nos encontremos a lo largo de la aventura.

Uno de los elementos más importantes del juego es la alquimia, al fin y al cabo somos un brujo y tendremos que prepararnos para la batalla con pociones, bombas y aceites. Cada uno de estos tres objetos necesitará ingredientes que iremos recopilando con mucha paciencia. No será raro encontrarnos con un hombre lobo que se regenera y al que no podremos vencer hasta que no fabricamos una espada que envenene o conseguimos el diagrama de una bomba que al estallar lanza fragmentos de plata que anulan la habilidad del licántropo. A menudo nos romperemos la cabeza hasta descubrir la debilidad de muchos enemigos. Por suerte tenemos el bestiario que nos da información relevante sobre todos ellos.

Es evidente que The Witcher III puede haber decepcionado a un determinado tipo de jugadores. Obviamente el apartado gráfico tiene poco que ver con lo que nos mostraron hace años. Algunas texturas dejan que desear, los árboles se mueven de un modo extraño y en estas primeras semanas del juego estamos encontrando simpáticos bugs que no lastran la experiencia del juego. Lo que nos molesta bastante son los subtítulos microscópicos que nos obligan a estar pegados a la pantalla si queremos enterarnos de algo. Por suerte CD Projekt está trabajando en ello y muy pronto tendremos un parche con el que solucionar este error.

The Witcher III es probablemente el mejor juego que ha aparecido para la nueva generación de consolas (con permiso de Bloodborne). Sin embargo la aventura de Géralt no es accesible para todo el mundo, requiere mucho tiempo, dedicación y dominar algunas de las mecánicas del género. La recompensa no puede ser más satisfactoria, un juego nos tendrá meses pegados a la pantalla y que nos sorprende con minúsculos detalles que enamoran. Sin duda una de los candidatos a juego del año. Tardaremos en volver a ver una obra de una magnitud tan bella. El mejor consejo que os podemos dar es que lo disfrutéis sin prejuicios olvidando cuestiones técnicas. Porque discutir sobre los gráficos está bien para una noche divertida, pero no hay que olvidar que los videojuegos están hechos para disfrutar jugando. Y en eso The Witcher III tiene pocos rivales.