ANTES DE EMPEZAR:
El objetivo de este artículo no es tratar de convencer o de aportar pruebas para la argumentación de que los videojuegos son uno de los factores por los cuales se cometen crímenes y asesinatos. Por otro lado; he tratado de evitar palabras claves como "causadas", "debido" o "provocadas". El objetivo es tratar de mostrar los peligros y las tristes consecuencias que pueden llevar las adicciones a este ocio o el juego no controlado y poco saludable, dando la sensación de que el usuario es dependiente del videojuego, llegando a casos donde el "videojugador" o "gamer" deja de lado sus necesidades básicas vitales con tal de seguir jugando.
Mi objetivo es concienciar a las personas sobre estos hechos para poder evitar el mayor número de desgracias posibles relacionadas con este ocio, para mostrar que todo en exceso es malo y saber cuándo hay que parar. Por eso; si crees que pasas demasiado tiempo delante de la pantalla, te invito a apagarla y socializar más con tu familia y amigos.
En esta ocasión, la tragedia sucedió en mi país; España. Para ser más precisos, en la isla de Mallorca, en una ciudad llamada Alaró. Andreu Coll Tur (Izquierda) era un adolescente que tenía diecinueve años cuando cometió el crimen. El joven tenía la suerte de tener una buena y cómoda vida gracias a la fortuna de su padre; Andreu Coll Bennàsar, un empresario local muy conocido, sin embargo; la vida de Coll Tur no era tan maravillosa como parecía, sus padres estaban divorciados y Coll Tur aseguraba de que su padre lo maltrataba y lo humillaba. El chaval era fanático de los videojuegos, sobre todo a Call Of Duty y a Dead Rising, jugando hasta siete horas diarias o incluso doce los fines de semana. Como consecuencia del juego online, conoció a Francisco Abas (derecha), de veintiún años, con quien hizo buenas migas. Pronto, esa amistad comenzó a hacerse más íntima, los dos se masturbaban juntos por webcam y durmieron en la misma cama en la casa de Coll Tur. (Aunque Coll Tur aseguró que era heterosexual, no como Francisco, que era homosexual).
Los dos se pusieron de acuerdo para planificar y ejecutar el asesinato del padre de Coll Tur, y recrearon el arma que creyeron más adecuada para perpetuarlo; un bate de béisbol con clavos similar al usado en Dead Rising 2.
Sin embargo, el crimen no salió tal y como lo planearon, pues tuvieron que intentarlo hasta en dos ocasiones. En el primer intento, Coll Tur machacó unas pastillas de Dormidina y las introdujo en una pieza de bollería industrial la cual ofreció a su padre la medianoche del 29 de junio de 2013.
Una vez que el padre se quedó dormido, Coll Tur no fue capaz de atacar a su padre, por lo que Francisco dio el primer golpe, antes de confesarle a Coll Tur que estaba enamorado de él. El padre se despertó y no pudieron completar el crimen.
"Francisco le golpeó en la cabeza con un palo. Yo alumbraba con una luz. Él se despertó. Nos asustamos y nos fuimos. Luego, le dijimos que era un sueño" -dijo Coll Tur ante la sala del juzgado. Coll Tur y Francisco pudieron convencerlo de que el golpe que presentaba se lo había infligido él mismo por accidente.
El segundo intento tuvo lugar sobre la una de la mañana siguiente, Coll Tur consiguió que su padre subiera al segundo piso.
"Le dije que tenía un teléfono móvil para enseñarle. Él subió y Francisco le dio el primer golpe por la espalda. Yo estaba delante de él. Luego, yo le pegué con un martillo. No recuerdo cuántos golpes le di. Fue simultáneo. Le golpeábamos los dos, desde distintos ángulos", explicó Coll Tur.
El arma que había usado Francisco era el bate con clavos que habían recreado del videojuego "Dead Rising 2". "Yo puse los clavos" -admitió Coll Tur.
La víctima recibió más de cuarenta golpes, lo remataron arrojándole un jarrón y un altavoz de música. "Luego, llevamos el cuerpo en el coche y lo dejamos en un descampado. Él no pudo defenderse", concluyó Coll Tur, mostrándose frío.
Tras el crimen, estuvieron limpiando durante nueves horas el chalet, pero no pudieron eliminar todas las evidencias. Se cambiaron de ropa, la tiraron, cargaron el cuerpo en una camioneta y la dejaron abandonada en un descampado. Después de lo ocurrido, se gastaron 500 euros en comida y en un videojuego.
Francisco Abas dio una explicación similar de los hechos ocurridos, argumentado que lo hizo por amor y que, tras el crimen, declaró sentirse usado.
Inna fue una mujer con 37 años que fue compañera y amante de la víctima. Inna presenció cómo eran las relaciones familiares entre el padre y el hijo, según ella: "le cambió el carácter" cuando se obsesionó con los videojuegos. "Se pasaba jugando todo el día y toda la noche, gritaba, se emocionaba y se enfadaba mucho cuando perdía".
Aquí pueden leer sus declaraciones:
–¿Cómo recuerda a su excompañero?
–Andreu era una buena persona. Estaba siempre abierto a todos y antes de pensar mal, pensaba siempre en positivo. En cosas de negocios era muy estricto, pero era una persona sana y alegre. Para mí era el número uno.
–¿Y su hijo, Andreu Coll Tur?
–Andreuet desde pequeño era muy travieso. Todos querían para él lo mejor. Estuvo siempre muy mimado y cuidado, tanto por su madre como por su padre.
–¿Se explica lo ocurrido?
–Lo que ha pasado es inexplicable. Últimamente se le veían cosas raras... Iba un poco mal, no hacía caso, estaba muy callado. Pero no sabíamos si es que estaba pasando de niño a adulto, o simplemente pasaba de todo. Al final hizo que Andreu y yo dejásemos de ser pareja.
–¿Usted cree que el chico fue el responsable de su separación?
–Sí, él no quería que estuviéramos juntos, y le decía cosas de mí a su padre. Andreu me quería mucho pero al final le hizo caso. Cuando finalmente me iba a marchar, con las maletas hechas y el piso alquilado para empezar de nuevo, Andreu me dijo que no quería que me fuera. Decidimos empezar una nueva etapa, aunque manteníamos el contacto. Me duele mucho todo lo que ha pasado.
–¿Por qué cree que el chico actuó así, por celos?
–Puede que tuviera celos, pero era más bien que quería ser libre, hacer lo que le daba la gana. Durante un tiempo formamos una familia. Mi hija Iulia vivía también con nosotros. Ella y Andreu eran amigos, pasaban mucho tiempo juntos, siempre estaban riendo. Pero cuando Andreu hijo conoció a ese amigo, cambiaron las cosas.
–Los dos chicos compartían su afición por los videojuegos.
–A Andreu la consola se la regaló su padre hace dos años. No recuerdo por qué motivo, porque el padre no era una persona que soliera hacer regalos. No sé si fue porque vino a casa, o por su cumpleaños. Pero deste entonces cambió. Estaba todo el día y toda la noche delante de la consola. Bajaba solo una vez al día a comer y luego se volvía a jugar. Por las noches le oía, porque hablaba por el micrófono, decía palabrotas y gritaba mucho. Yo tenía que levantarme para decirle que bajara la voz. Mi hija intentaba estudiar, pero ella no quería decirle nada porque se enfadaba.
–¿Se enfadaba mientras jugaba?
–Se enfadaba y se emocionaba mucho con estos juegos. Se los tomaba muy en serio y se alteraba mucho cuando le mataban. Yo le decía, ¿pero cómo te enfadas así, si es solo un juego?
–¿Y su padre no hacía nada?
–Su padre trabajaba mucho, y muchas veces llegaba muy tarde a casa y no se enteraba de estas cosas.
–¿Notó algún cambio en el hijo?
–Le cambió el carácter. Se volvió muy negativo, una persona que lo hacía todo por la espalda. Yo sabía que le decía cosas contra mí a su padre, porque no quería vivir conmigo. Andreu le empujó bastante a separarnos.
–¿Y cómo era su relación con el hijo?
–Teníamos problemas porque él no hacía nada. Ni siquiera le daba de comer a los perros, y eso que los había traído él, los cuatro perros que teníamos. Le decías que les diera de comer y te contestaba que sí, pero muchas veces no lo hacía.
–¿Le resulta concebible lo que hizo?
–Me puse enferma cuando me enteré de algunos detalles, como lo de que le dieron somníferos machacados en un bollo para dormirle. Porque eso lo hacíamos con los animales, cuando había que darles algunas pastillas a los gatos. Luego he llegado a pensar si todo lo tenía planteado desde hace tiempo y por eso hizo que nos separáramos, porque dos personas más en la casa le molestábamos.
–Los chicos dicen que hacía tiempo que tenían preparado el palo con el que le atacaron. ¿Usted llegó a verlo?
–No, no llegué a verlo. Aunque sí había una cosa de madera que Andreu trajo como decoración, y también sé que solía llevar un bate de béisbol en el coche para defenderse, pero no es este el palo del que hablan.
–Usted conoce a Andreu hijo desde que era un niño. ¿Cómo era?
–Tenía mucha energía. No le podíamos dar Coca-cola porque se ponía nervioso, era muy inquieto. Siempre tuvo dinero para comprar todo lo que quería, nadie le decía que no a nada. A su padre no le gustaba gastar, pero al niño no le faltaba de nada.
–¿Alguna vez fue agresivo con usted?
–Hay cosas que prefiero no comentar. Alguna vez sí fue agresivo conmigo delante de su padre y él le paró los pies. No tenía modales ni madurez. Tenía una mentalidad de niño que solo pensaba en divertirse.
Se les realizó a los dos asesinos un examen médico, determinando que ninguno de los dos padecía alguna enfermedad mental o trastorno. Eran conscientes de lo que hacían y sabían distinguir perfectamente entre realidad y ficción.
Actualmente Andreu Coll Tur y Francisco Abas cumplen una condena de prisión de diecisiete años y medio de cárcel y dieciséis años y medio respectivamente.
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