En defensa del pobre vendedor, tengo que decir que saltó sobre el cual fiera desde arriba mientras contemplaba plácidamente las vistas tras la seguridad de su mostrador.
Al asustarse escuchando un estruendo por detrás, pensaría que era un ladrón que iba a por el dinero que honradamente consiguió e instintivamente esquivó al verle en el aire y a continuación le sacudió una patada en la cara en forma de defensa propia tras la caída.
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