''Mi hijo ha arruinado mi partida de The Legend of Zelda: Breath of the Wild'' WiiU SWITCH

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Gracias a Kotaku hemos conocido la historia de un padre que tuvo la idea de compartir su partida de The Legend of Zelda: Breath of the Wild con su hijo. ¿Qué podía salir mal? Pocas cosas hay más bonitas. Sí, como te puedes esperar la historia acaba en drama pero la forma de contarlo hará que inevitablemente te saque una sonrisa.

Todo empieza con una partida de 140 horas, con todo un arsenal de armas, flechas y equipo que haría palidecer al mismísimo Ganondorf. Lo que no contaba Link es que el hijo del protagonista de esta historia decidiera llevarlo todo al traste.

La obsesión por los ninjas

"Así es como mi hijo se dedicó a destrozar mi partida.

Cada. Maldita. Vez.

La máscara de Gerudo. Es lo primero que hace cuando entra en la partida. No importa si está en el desierto, en el bosque o en la nieve. Las botas y los pantalones pueden cambiar pero la máscara siempre es la misma.

"Papá, así parece un Ninja".

Mi hijo está obsesionado con los ninjas

Adiós flechas

Lo próximo fueron las flechas. Siempre tengo un ojo puesto en las flechas.

Antes de que mi hijo descubriera zelda tenía casi todos los tipos de flechas a tope. Tenía unas 200 flechas normales y cerca de 50 de cada tipo. También tenía 50 flechas de guardán que son extremadamente raras y caras.

Nunca olvidaré la mañana en la que me levanté y le enseñé a utilizar el arco y flechas.

Poco después admitió que usó todas las flechas de guardián contra los Bokoblins. Los enemigos más débiles de todo el juego. Cuando se terminaron las flechas de Guardián fue a por todo lo demás.

Cada maldita flecha.

Al garete.

Todas ellas.

Adiós también a las armas

Hacia el final del juego muchos jugadores tienen un arsenal digno de envidia. Con armas que tardan mucho en romperse. Además tienes la espada maestra que se regenera y el resto de armas justo para salir del paso.

Pero cuando tienes un hijo todo deja de tener sentido. Le da igual que tengas una Claymore que haga más de 60 de daño. No hay diferencia entre una Claymore y una espada oxidada. Así es cómo me dejó mi hijo la partida. Reemplazó mi espada de guardián++ por UN CUCHARÓN DE MADERA.

Un maldito cucharón de madera tíos.

Mi hijo aprendió a usar los menús del juego para tirar todos los buenos ítems que yo tenía para reemplazarlos por toda la basura que se iba encontrando. Estoy casi impresionado.

Adiós partidas guardadas

El sistema de guardado de Zelda mola bastante. Te deja recuperar tus 6 o 7 últimos saves. No sería problema si fuese alguien normal pero ahora estoy viviendo una pesadilla de la que nunca podré despertarme.

Os pongo en contexto. Terminé el juego hace tiempo y ahora estoy en el proceso de exprimir cada detalle. Me quedan unos 10 santuarios que encontrar y completar. Esto es lo que hace mi hijo.

Entra en el juego y no carga el save más reciente. Oh no, va haciendo scroll entre los saves y elige el que tiene la foto más molona. Suele ser un sitio cerca de Death Mountain. Con lava siempre porque a mi hijo le encanta la lava. Lo que va haciendo es sobreescribir todas las partidas mientras dispara flechas de guardián y va aumentando su colección de cucharas siperas.

¿Qué significa todo esto? Que pierdo mis dos últimas horas de gameplay y cuando estás en el proceso de explorar todo el mapa es terriblemente frustrante. ¿Qué santuario hice? ¿Dónde estaba este otro? ¿Tendré que hacer ese otra vez? Normalmente la respuesta a esas preguntas es: No lo se.

Mierda.

Conclusiones

Así es como mi hijo juega. Este pequeño chaval siempre está justo en el límite. Me río cada vez que veo esta foto. ¿Quiero que deje de jugar? ¿Quiero privarle de este placer? Por supuesto que no.

Me encanta que esté jugando a Breath of the Wild. Me encanta estar compartiendo esta experiencia. Me encanta que el juego esté tan bien diseñado que nos permita a los dos disfrutarlo de maneras totalmente opuestas. Eso mola.

Pero perder todas tus flechas de guardian en peleas random contra Bokoblins, Encontrar cucharas soperas donde estaba tu Espada Maestra. Eso es mola menos.

No tengáis hijos.

Fuente: Kotaku

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29 comentarios

18 de julio de 2017 - 16:11
#4 JASON_KUDO
Las cucharas soperas seguramente hagan palidecer a los mismísimos cuccos pensando en que los vas a convertir en caldo.
Los enemigos verán a los pobres cucco, armas de destrucción masiva de mirada adorable y a los que solamente les falta un Borsalino y un puro en el pico para parecer lo más mortífero que haya existido y huirán sin remedio.

En dos palabras: puto genio.

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18 de julio de 2017 - 16:32
#12 LIRAGAME
Me dieron ganas de tener un hijo... o en su defecto entrenar para tener uno ... ;3

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18 de julio de 2017 - 16:14
#6 PEPELARANITA
Puedo sentir su dolor....

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18 de julio de 2017 - 16:25
#8 SULKEY
"ahora estoy viviendo una pesadilla de la que nunca podré despertarme."
"pierdo mis dos últimas horas de gameplay"

Dios, que tio mas quejica. Si a eso llama pesadilla...
Que subnormal

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