Historias de guerra: Lobos del este

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Introducción

Recientemente Tanneberg, la expansión del FPS Verdun, estrenó un tráiler para un evento un tanto particular. Durante dicho evento los soldados de uno y otro bando deberán hacer frente a un enemigo común, una manada de lobos hambrientos. La idea es ciertamente recurrente y no es un panorama que se vea demasiado pero sigue siendo algo que se da de vez en cuando, dos ejércitos enemigos cooperando para defenderse de una tercera fuerza. Ejemplo de esto es la tregua de navidad de 1914 o la defensa del castillo de Itter, pero en este caso, la tercera "facción" es curiosa como poco. No obstante, y por extraña que suene la situación, esto tiene más trasfondo del que parece.

El frente oriental

Tras el estallido de la primera guerra mundial, el sistema de alianzas se pone en marcha, y el continente se precipita al abismo. Austria declara la guerra a Serbia y esto arrastra al Imperio Alemán, mientras que Serbia llama a sus aliados, principalmente al Imperio Ruso. Rusia, el gigante de Europa, el más extenso y poblado de todos los países, se une al conflicto debido a sus alianzas, y la guerra se extiende por el este del continente conforme los ejércitos de las Potencias Centrales y la Entente chocan entre sí.

Lo que siguió se dio tanto en el oeste como en el este. La nueva guerra mecanizada sembró a su paso muerte y destrucción a lo largo de un frente de mil kilómetros, desde el mar báltico hasta el mar negro. Al norte, en las tierras de Lituania, los germanos y los rusos luchaban con todo cuanto tenían. Fusilería, ametralladoras, ataques de artillería, granadas... todo ello dejando tras de sí un interminable reguero de cadáveres con un inequívoco aroma de sangre, muerte y putrefacción. Y aquello se cobraba su precio, ya que la maquinaria de la guerra requería nuevos recursos que consumir constantemente. Alimentos, metales, minerales vidas humanas... no era suficiente, y esto afectó a todo el ecosistema.

La situación dio un giro a peor cuando un informe en Berlín, el corazón del Reich, avisaba de que se habían avistado grandes manadas de lobos moviéndose por la zona. Estos animales, expulsados de su entorno habitual por la guerra que todo lo consumía, se habían acercado a los núcleos urbanos, atacando a cabras, ovejas y toda clase de ganado de la población. En ocasiones llegaron incluso a atacar a niños, por lo que la situación era grave.

La hora de los lobos

El campo de batalla se presentaba realmente apetitoso para los canes, dejando a su alcance una gran cantidad de cadáveres y muertos. No obstante, aquello no saciaba el hambre que movía a los animales y, llevados por el olor de sangre del frente, las manadas de lobos empezaron a atacar a pelotones de soldados. Independientemente del bando, los reclutas debían defenderse de numerosas manadas de lobos del este europeo, enormes y hambrientos, utilizando todo cuanto tenían a su disposición. Se desplegó veneno, se dispararon fusiles y ametralladoras y se lanzaron granadas, pero los lobos seguían atacando, reponiendo sus bajas con nuevos animales y manadas. Los lobos atacaban a los germanos, los cuales les disparaban mientras se cubrían de los ataques de los rusos, quienes a su vez sufrían el hostigamiento de los animales y los ataques de los alemanes. La situación era caótica.

Ante aquella situación desesperada, como última opción, los soldados hicieron una petición a sus respectivos oficiales: que se solicitase un alto el fuego para lidiar con la plaga que se había abatido sobre el frente. Y dicha petición se concedió. Los ejércitos ruso y alemán lanzaron entonces un contraataque conjunto, enfrentándose a los lobos que los atacaban y hostigaban. Las manadas de lobos no fueron rival para su nuevo enemigo, el cual las rodeaba y exterminaba con brutal eficiencia. Cientos de lobos fueron abatidos en matanzas y otros tantos huyeron ante la devastadora respuesta de los dos enemigos que habían unido fuerzas para enfrentarlos.
En lo que a los humanos respecta, esta acción fue un acto desesperado y que se consideró como última opción. Y pese a su colaboración ambos bandos siguieron sospechando el uno del otro, esperando que el enemigo rompiese la tregua y traicionase al otro aprovechando la ocasión. No obstante aquello nunca se dio, y una vez erradicada la plaga de lobos, se volvió a la normalidad de la guerra, alemanes y rusos matándose entre sí como si nada hubiese ocurrido.

Reflejos

Tal y como se ha mencionado, el evento es una situación tan particular que lo extraño habría sido que se hubiese representado o mencionado alguna vez, aunque debido a la escasa exploración del primer conflicto moderno a escala mundial es comprensible que haya pasado desapercibido.

No obstante, y marcando un punto y aparte, el tema de fondo es algo que sí debería tratarse más a menudo. El hecho de que se haya llegado a situaciones en las que enemigos han tenido que dejar de lado sus diferencias y convicciones temporalmente es algo que no se ve a menudo, aunque se den ejemplos de ello en títulos como Valiant Hearts. Se trata de situaciones que podrían dar para mucho, ya que la tregua puede dar pie a una amistad que tiene fecha de caducidad, por lo que podría dar pie a interacciones interesantes intentado no tomar demasiado apego a un aliado temporal. Un caso que es extraño que no haya hecho aparición, más aún si se tiene a los nazis como estándar del villano universal, se trata de la mencionada batalla del castillo Itter, el cual daría para algo interesante como poco. Pero eso es otra historia.

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2 comentarios

4 de mayo de 2019 - 19:10
#1 ALFONSOM
Me ha recordado a la celebre frase "homo homini lupus" (El hombre es el lobo del hombre). Los antiguos no pudieron escoger un depredador mas correcto para representar nuestra tendencia a matarnos.

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5 de mayo de 2019 - 11:21
#2 RGAR
Desconocía totalmente esta historia de la PGM... Muy curiosa, la verdad

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