Y otro error más, muy relacionado con el de la fiesta pero que veo más acorde con otros dos temas: la política por un lado y la violencia y el sexo por el otro.
Empecemos por el primero: hay mucha gente que se cree madura solo porque su afición es la política. Claro, hablamos de gente elegante (cada vez menos) que maneja presupuestos y estudia estrategias para que el país se mantenga; eso es para gente inteligente y como a mí me gusta, yo soy inteligente. Pero luego me pongo a hablar con conceptos que realmente no entiendo, como de que este hombre tenía ideales fascistas o que este país es comunista pero no sé en realidad lo que son el comunismo y el fascismo (“uno es de izquierdas y el otro de derechas, ¿no?”) o directamente demuestro que no tengo ni idea de lo que estoy hablando (“¿cómo dices que Trump es liberal? ¡No sabes nada de política, tonto! El liberalismo es de izquierdas porque es que cada uno tenga libertad de pensar lo que quiera”).
Realmente hay mucha gente que se cree inteligente por interesarse por la política pero se comportan como si fueran hinchas de fútbol: son fanáticos de un equipo (partido, ideología) que defienden a ultranza, leen en los periódicos de su mismo bando los titulares que ensalzan al suyo y muestran las cosas malas del otro, comentan “jugadas” (acciones o puyas del político que les gusta) e incluso se atreven a decir lo que debería hacer el líder de su equipo aunque no conozcan las circunstancias, las normas o sea una estrategia carente de toda lógica. Pero en vez de tíos en pantalones son señores enchaquetados, así que soy más maduro que tú por hablar de cosas que no comprendo. Todos conocemos gente que mete la política en todos lados pero que pueden ser dejados por los suelos por alguien con un poco de sentido común.
El otro elemento son la violencia y el sexo. Hay una corriente de gente que dice: “los juegos son para niños porque hay algunos de disparos, sangre, violencia extrema, etc.”. Bien, que levante la mano quien no haya visto niños jugando a eso. A menudo se cree que estos elementos no aptos para niños hacen que una obra pase a ser para adultos y, por consiguiente, adulta. Yo estoy muy en desacuerdo con esa afirmación.
Es muy fácil meter violencia gratuita en una obra. Meto cosas muy sórdidas, malosos descuartizadores y asquerosos violadores. Ya soy adulto porque hago cosas desagradables que no se le ocurrirían a un niño. ¿Y el contexto, el sentido, el mensaje?
Yo soy un gran fan de las obras que se adaptan a los ojos del que las ve, obras que para un niño son divertidas pero en las que un adulto puede descubrir tramas complejísimas, villanos muy bien construidos o un mensaje filosófico; esto es completamente maduro sin tener que recurrir a estos temas sórdidos. En esta categoría podemos encontrar cosas como las películas de Hayao Miyazaki, Hora de Aventuras y muchísimos videojuegos (hace poco hice un artículo en el que trataba de desentrañar la complejidad de un juego tan aparentemente infantil como Super Paper Mario y ya hablé de este tema). Son obras que nos hacen pensar, que nos emocionan, que despiertan en nosotros algo más que la emoción del momento.
Por supuesto, no quiero decir que aquello que tenga sangre es automáticamente violencia vacía, solo digo que para que una obra sea madura se merece algo más como un mensaje profundo o una trama compleja. Y no nos olvidemos de todas estas obras preparadas para que el lector/espectador se crea que es algo profundo, algo similar a lo que dije antes de la política.
El malo en lugar de ser un demonio monstruoso es el líder de una sociedad distópica y poco antes del enfrentamiento final tiene que soltar un discurso del tipo “los recursos se acaban, el mundo se consume en dinero, las personas son seres egoístas, droga, delincuencia, los gobiernos controlan, la gente no está despierta, necesitaban un símbolo, revolución social, blablabla”. No digo que sean malas ideas, digo que muchas veces son temas que no se habían tratado en toda la obra pero que se presentan en cuatro frases totalmente explícitas dichas por el villano para que la obra parezca más profunda de lo que realmente es. No tienes que hacer un esfuerzo reflexivo, te lo damos todo mascadito para que solo tengas que tragar.
Y no olvidemos el tema del amor. Ah, el amor, ese romanticismo barato que se usa en obras para niñas o para darle chica a las historias para adolescentes. Pues espabilad porque el amor es algo que mueve el mundo y cambia para siempre las vidas de muchísimas personas; algo que ha sido tan tratado desde que el ser humano comenzó a crear historias no debe ser tratado a la ligera.
Sobre este tema vi la semana pasada un vídeo interesantísimo, que pondré por aquí. Habla de cómo en lo que alguien vería como el relleno cursi de un anime infantil de peleas una mente despierta ve un perfecto desarrollo de los sentimientos que pueden surgir entre varias personas.
Este vídeo trata dos temas de los que estoy hablando, éste y de que una serie no es más adulta ni está mejor hecha por incluir sangre y cruda violencia. El vídeo merece la pena en toda su duración, aunque la parte más general es la introducción en sus primeros siete minutos y medio (el resto ya es más específico, sobre una serie en concreto, pero en esa introducción están las ideas de las que hablo).