Pokémon ya ha dado mucho de que hablar, desde que es un juego que atrae pederastas, hasta que se grabó el audio de un homicidio desde un streaming. Pero las cosas no terminan allí.
Se supo en horas recientes, que una de las poképaradas (poke stop) en Bogotá se encuentra en la placa que homenajea a Luis Andrés Colmenares, una persona que murió recientemente en el país y su caso no ha sido completamente esclarecido.
No ha sido el único caso. Se han encontrado pokémon en iglesias y cementerios en Madrid e incluso en Washington DC se encontró a Koffing en el Auditorio Helena Rubinstein, dentro del museo del holocausto. Lo peor del asunto es que en este auditorio se recolectan memorias de los sobrevivientes a las cámaras de gas.
"Queremos que la gente no juegue en el museo," ha dicho el director de comunicación del museo, Andy Hollinger. "La tecnología puede ser una importante herramienta de aprendizaje, pero este juego se escapa a la misión educativa de este centro", sostiene. Algunos lugares donde se ha prohibido el juego son la Zona Cero en Nueva York y el antiguo campo de detención de Auschwitz. Ni Niantic, desarrolladora del juego, ni Game Freak o Nintendo se han pronunciado sobre el asunto.
